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Ruta al Castro de Ulaca


emblema celta Esta singular ruta nos acerca a la cultura Celta, concretamente a los vetones. Ellos fueron los primeros pobladores conocidos de la zona en que hoy nos encontramos.
Si salimos de Gredos en coche hacia Ávila, a unos 30 minutos de la Venta Rasquilla, encontramos Solosancho. Allí dejaremos esa carretera para ir al cercano Villaviciosa, término donde se encuentra el Castro de Ulaca.
Es una ruta cómoda de hacer, en media hora se llega al altar de los sacrificios y el camino o sendero está muy bien señalizado. Si además nos encontramos con el “guarda”, este nos dará mucha información, tanto sobre la forma de subir, como de los conocimientos que tiene de los Celtas. Además en Villaviciosa existe una oficina-museo, donde nos pueden informar ampliamente sobre cómo llegar al Castro de Ulaca, aunque no está abierta todos los días, por lo que si tenemos alguna duda de que camino hay que coger, cualquier vecino de Villaviciosa nos puede informar con agrado.
Aún pude hacer un tramo corto en el coche, hasta llegar a una portera de hierro a la izquierda del camino, con un cartel que anuncia que estamos en el acceso al castro de Ulaca.
Comencé la suave ascensión sin saber todavía lo que iba a encontrar. Rápidamente vi los hitos de granito y pequeños montones de piedra que me indicaban por donde debía ir.


Cuando estuve a media ladera hice una parada, no por el cansancio, pero si para ver el paisaje que empezaba a sorprenderme por las gargantas que discurrían aparentemente caprichosas por las cercanas laderas. Podía ver más de 10 pueblos y empezaba a pensar que, al margen del castro de Ulaca, iba a poder contemplar un bello espectáculo de los que regala la naturaleza.
También divisaba el cerro donde no hace mucho tiempo se descubrió un asentamiento visigodo, “Navasangil”, pero esta es otra ruta interesante que relatare cuando las escuela taller creada en Solosancho acabe de reconstruir ese asentamiento.
De igual forma, volviendo la vista a mi camino, pude apreciar en el cercano horizonte lo que en un principio creí ya el castro de Ulaca y en cierto modo así era, puesto que lo que en realidad veía eran los restos de la primera muralla, como pude comprobar poco después.
murallas de ulaca


Navasangil También divisaba el cerro donde no hace mucho tiempo se descubrió este asentamiento visigodo, “Navasangil”, pero esta es otra ruta interesante que relataré cuando la escuela taller creada en Solosancho acabe de reconstruir ese asentamiento.

Ya en el castro, echaba de menos, el no haberme documentado un poco sobre los Celtas. Por esta razón a partir de aquí voy a entrelazar la ruta con datos o apreciaciones que hice posteriormente para que Vds. conozcan algo más sobre los pobladores de Ulaca.
El Castro de Ulaca estuvo poblado por tribus vetonas. Se encuentra situado en las estribaciones de la parte norte de la sierra “Paramera de Ávila”, sobre una serrezuela, separada de la sierra “El Zapatero” por dos gargantas cuyos arroyos discurren hacia Sotalvo, uno, y el otro, hacia Villaviciosa y Solosancho, desembocando los dos, en el río Adaja, en el centro del Valle Amblés.
La ubicación de este asentamiento y su naturaleza hacía poco menos que inexpugnable este Castro por la parte sur del mismo, por su muralla natural rocosa y altitud de la misma.
Esta apreciación la pude comprender cuando estuve en el Castro y ví la morfología del terreno. Un poco de sentido común nos hará comprensible por qué un asentamiento en ese lugar. Si no somos estudiosos de la cultura Celta, si desconocemos esa cultura y nos convertimos nosotros mismos en vetones de la época prerromana, justificaremos que este pueblo se asentara en este enclave natural, con una defensa granítica por un lado y el perímetro de más fácil acceso que protegía o custodiaba hasta con tres murallas en algunos tramos del Castro, cuyos restos son aún visibles.
Entre la mucha documentación que he encontrado en relación con los Celtas y Vettones, he de reseñar un pequeño estudio monográfico del Toro Celta-Vetton de Solosancho que en Septiembre de 1.986 realizó el ya fallecido D. Lorenzo Sánchez Garrosa. En él hace una inserción sobre el Castro de Ulaca y del que entre otros documentos me he nutrido por lo llano de su exposición no exenta de su oportuna documentación.
Por otra parte tuve la suerte de hacer esta ruta en octubre del 2.001, fecha en la que en Ávila se hace una amplia y documentada exposición de la cultura Celta del 28 de septiembre al 9 de diciembre del 2.001, organizada por la Excma. Diputación Provincial de Ávila, con el patrocinio de numerosas instituciones.
En el libro “Celtas y Vettones”, publicado con motivo de esa exposición, se puede profundizar sobre los Celtas en Europa y los Celtas en Hispania, con connotaciones sobre su lengua, sus casas, la artesanía, la orfebrería, la religión, la economía, los castros abulenses, etc.
Pero siguiendo con el estudio de Lorenzo Sánchez, cuenta este que según el Dr. Antonio Tovar, Ulaca, o mejor dicho la palabra Ulaca, se deriva de los vocablos germánicos “Vol” y “Aca”, cuyos significados quieren decir bosque y ciudad, “ciudad del bosque”. Quizá esta traducción sea la más acertada, puesto que en la época floreciente de Ulaca tuvo que estar rodeada de grandes bosques de roble y encina, pues la flora actual así nos lo indica.

Vista de Avila

Es fácil llegar a esa coclusión al llegar al Castro de Ulaca, imaginándonos un valle Amblés muy distinto al de ahora, con grandes bosques y grandes humedales, como sostienen los lugareños de Villaviciosa, pero además la dimensión de este castro es enorme y habrá que dar la razón a José Belmonte Díaz cuando en sus estudios históricos sobre la ciudad de Ávila, dice: “uno de los castros Vettones mas destacados debió ser, sin duda, Obila o Ávila, extendiéndose sus dominios por el norte del valle Amblés y por el sur tenía también muy cerca el Castro de Ulaca, posiblemente de mas extensión superficial y potencia militar que el de Ávila”, corroborando de esta forma la apreciación de D. Arsenio Gutiérrez Palacios que describe el Castro de Ulaca como una ingente ciudadela céltica, la mayor de Europa occidental.
Siguiendo con mi visita a Ulaca, aun desconocedor de estas connotaciones que aquí recojo, he de dejar constancia que pude disfrutar de un bonito “paseo” en el que poco a poco iba tratando de imaginar la vida de sus pobladores, contemplando los posiblemente sencillos alojamientos que allí se construyeran, el trabajo singular de las labores realizadas sobre la propia piedra para el altar de los sacrificios, predominante, como impositivo y seguramente influyente en la vida de esta aldea, como pude disfrutar de una espléndida vista del valle Amblés, como antes no había tenido y como traté de reconstruir la vida de sus pobladores con una magia sólo posible en lugares donde su historia es tan lejana en el tiempo que parece mitología.

Altar sacrificios

Para mas abundancia de datos sobre la cultura Celta y según reflejan en su libro Jean Marcale y Valerie Jones “Cocina Celta y Pote mágico” que edita la editorial Toxosoutos serie Keltia, somos tal y como comemos. Otra fantástica alegoría, pero esto lo comento porque otro motor de la historia, es el sustento del día a día y más si hablamos como en este caso de un pueblo como el Celta dedicado en sus orígenes al pastoreo nómada y que en relación con las apreciaciones de los autores antes aludidos, también se vió abocado a buscar, aparte de lugares estratégicos para su defension, pastizales para su ganado o bosques de abundante caza. Es pues la caza y la ganadería el punto de partida de la cocina Celta.
Según esos autores lo que comemos nos influye sobre nuestro comportamiento y pensamiento, así como sobre los mínimos actos de nuestra vida individual y social, y bien entendido sobre nuestra vida intelectual y espiritual.

En tiempos de Vercingetorix, el trigo galo era famoso y se sabe que los celtas eran unos magníficos panaderos. Y todavía lo son. ¿pero que comían con su pan? Pues pescado no, porque los Celtas tenían horror al pescado, seguramente porque los antiguos Celtas no eran marinos y tenían miedo al mar, aunque si consumían pescado de agua dulce. ¿y que bebían en sus comidas? Pues aunque la manzana es el fruto céltico por excelencia, (los antiguos celtas situaban su paraíso en la isla de Avallon, o Emain Ablach en breton, que quiere decir “la isla de los manzanos), y podría llevarnos a pensar que bebían sidra, tampoco es así, puesto que la sidra ha sido descubierta mucho mas tarde en la historia. ¡No es simple! Basta con saber que los celtas, cuando no conseguían lograr vino del mediterráneo, bebían cerveza, la famosa “cervoise”, bebida celta por excelencia y a veces el aguamiel .
Avalon celta
Avalon, en francés: Paraíso celta. En bretón "aval", quiere decir: "manzana"

Los Celtas forman parte de las civilizaciones del cocido. Los mitos y leyendas que conciernen al caldero, al pote, no son ajenas a esta manera de preparación culinaria. El pote es un objeto sagrado: bien lo dice una poesía del siglo VI, atribuida al bardo Taliesin, “no hierve la comida de un cobarde”. En revancha, la mayoría de las veces suele ser mágico: nadie lo deja sin estar harto. Estamos en el origen del mito del Santo Grial. Los invitados en el castillo de las Maravillas vieron aparecer un vaso resplandeciente y enseguida sus platos se llenaron con los mejores manjares que podrían esperar. Esto recuerda las descripciones según el testimonio de Posidonios:
“Los Celtas, después de echar paja de heno en el suelo, pusieron mesas bajas de madera… Su comida consiste en un poco de pan y mucha carne cocida en agua… Estos manjares se disponen en las mesas, pero ellos, como leones, se apoderan con sus manos, rasgándolos y devorándolos. Admiten también en sus festines el pescado. Aliñan los peces que van a asar con sal, vinagre y comino. Si hay varios comensales, se sientan en círculo, siendo el lugar del centro reservado al más honorable de los presentes, ya sea un jefe armado, un héroe cuya habilidad está reconocida como la mejor, un nombre de gran linaje, o una persona destacada por su riqueza. El anfitrión se sienta a su lado, y después, cada uno, según su condición. Detrás de ellos se encuentran de pie las personas que sostienen los escudos colgados, con las armas. Se sirve de beber en copas de barro o de plata, trabajadas como los calderos. Los platos y bandejas donde ponen las carnes suelen ser semejantes, pero también los hay de cobre, y a veces, en cestas de mimbre” (Ateneo, IV, 9)
Este testimonio data del siglo II de nuestra era. Desde entonces, las costumbres han evolucionado y la alimentación de los pueblos Celtas ha cambiado considerablemente. Pero el fondo es el mismo, con costumbres que se remontan a la prehistoria. La cocina Céltica, si de verdad existe, no está a cubierto de mutaciones, pero guarda aún ese aroma de antes, sobre todo ligada a la caza que nos evoca el recuerdo de una época lejana y que los celtas aplicaban de dos formas. Una, tradicionalmente reservada a los poderosos a caballo: la caza de montería, que todavía se asocia a la caza mayor; en el caso posible de los Celtas de Ulaca, la caza del jabalí por excelencia. La otra, para uso del pueblo sencillo: el acecho, que permite llenar los morrales con pequeñas o grandes piezas sabrosas: la liebre, el pato…

Jabalí vettones Quizá por la zona en la que nos encontramos y en aquella época fuera el jabalí una inagotable reserva de alimentación, aunque también hay una realidad mitológica. El jabalí es el emblema del guerrero celta. El celebre Chaudron de Gundestrup, sorprendente y abreviado texto imaginado de la mitología celta, nos muestra efectivamente a guerreros con figura de jabalí en sus cascos. Y sabemos por diferentes reseñas de romanos y griegos que el jabalí formaba parte de los motivos simbólicos que adornaban los distintivos portados delante de las tropas galas. Aquí los símbolos usuales y militares se encuentran en armonía con el mito.
El jabalí efectivamente es el animal salvaje y arremetedor por excelencia y traduce bien la fogosidad, la tenacidad y la independencia característica de los pueblos celtas. En plan religioso, puede llegar a ser el emblema de un dios activo y creador, al mismo tiempo que el de un dios destructor. La ambigüedad del jabalí es patente debido a que es un animal útil, puesto que es la presa de caza, pero igualmente el destructor de cultivos y un temible salvaje, en sentido etimológico de la palabra. Era entonces normal que se hiciese de él un animal divino, o mejor dicho, una función divina representada simbólica y alegóricamente por dicho animal.
Ese dios o mito recupera siempre las realidades que pueden ser cotidianas sin por eso perder su valor religioso, sobre todo en épocas en que nadie intentaría diferenciar lo sagrado de lo profano. Comer jabalí es, en cierta medida, apoderarse de una parte del poder divino, ya que necesariamente somos lo que comemos, y la calidad atribuida al animal del que nos alimentamos pasa de manera obligada al cuerpo de la persona que lo come.
¿y que decir del espíritu que lo anima?

Volviendo a poner los pies en la tierra de Ulaca, retomemos el estudio monográfico de D. Lorenzo Sánchez, que me ha parecido un hombre con sensibilidad para tratar, casi como pionero, el Castro de Ulaca y así deja constancia de ello en ese estudio realizado en 1.986 y desde el cual ya emplazaba a las instituciones que les correspondiera para que atendieran ese asentamiento Vettón, de lo cual me hago eco en señal de apoyo a esa persona visionaria de una historia que hoy, 15 años después, parece cobrar mas fuerza o interés en las instituciones provinciales que espero desemboque en atender en la mejor medida posible el cuidado y descubrimiento más amplio del Castro de Ulaca.
Contaba D. Lorenzo "que han sido varios los objetos hallados por ganaderos y pastores en la superficie del suelo de este Castro. El más importante, de los hasta ahora hallados, es una “AJORCA” o brazalete de oro, descubierto casualmente por el cabrero D. Alejandro Martín Jiménez, de Solosancho, y rescatado para la historia por el autor de este breve estudio, (D. Lorenzo), ya que el Sr. Martín Jiménez desconocía, por completo, el valor material e histórico del mismo; por cuya razón, el único destino que le había dado fue el de atarle a un trozo de cordel para mantener cerrado el portón del apartamento de los cabritillos, pero haciendo honor a la verdad, los primeros en intervenir en este rescate, fueron, los entonces niños, Arturo Sánchez Galán y Miguel Martín Moreno, este último hijo de D. Alejandro Martín Jiménez, a los cuales este aro, como ellos decían, les llamó la atención por su brillo y su estructura, diciéndole Arturo: que el había visto en algún libro de su casa dibujos o fotografías de algo parecido a esto.
En vista de todo ello, el Sr. Martín Jiménez le dijo que le cogieran de donde estaba atado y me lo entregaran, (a D. Lorenzo) para ver si tenía algún valor histórico. Rápidamente comprobé que si lo tenia y mi primera gestión fue que se analizara en algún laboratorio oficial, para ver de que clase de metal era, cosa que se hizo en el laboratorio de la Jefatura Agronómica de Ávila, merced al interés tomado por el Ingeniero-Jefe D. José Pascual Pecharroman, dando por resultado, ser de oro de 28 quilates y un peso de 75 gramos, por cuya razón, teníamos ante nosotros una auténtica joya, tanto por su valor histórico como por su valor intrínsico.
Dado conocimiento de todo ello a las Autoridades Provinciales, la mencionada “AJORCA” fue entregada, por mi (Don Lorenzo) al Sr. Delegado Provincial de Bellas Artes, en unión del entonces Presidente de la Excma. Diputación provincial de Ávila D. Fernando Luis Fernández Blanco, y hoy se encuentra en el museo Provincial de Ávila, a la vista del publico, figurando su fotografía en la portada del Catálogo últimamente editado por el referido museo.
Por el Organismo Oficial correspondiente, a esta auténtica pieza de Museo se la valora en 50.000 pts., percibiendo D. Alejandro Martín Jiménez 25.000 pts. y la Cámara Agraria, entonces Hermandad Sindical del Campo, las otras 25.000 pts. como entidad administradora de los pastos de la sierra del término de Solosancho".
He trascrito literalmente las palabras escritas en el estudio de D. Lorenzo. Hay a mi juicio, sin ánimo de juzgar, cuando menos nobleza y ejemplo para posibles descubridores de hallazgos que puedan aportar conocimiento de nuestra historia a nosotros mismos y al resto de pobladores de este mundo en el que vivimos.

Vista de la ruta

En mi visita a Ulaca y por la falta de información que tenía, anduve por todo el castro, de arriba abajo, de un lado a otro. Es muy grande; se ven muchos habitáculos con sus piedras caídas, se ve Ávila, el castillo de “aunque os pese”, montones de pueblos, un inmenso valle Amblés, un sencillo deleite que compartí mientras comía, al fin y al cabo estaba en un buen sitio para vivir y si no que se lo pregunten a los Vetones.
En el libro de “Celtas y Vettones” que se publica en Ávila con motivo de la exposición sobre los “Celtas y Vettones”, también he extraído estas connotaciones: "En Ulaca faltan excavaciones extensas pero se vislumbra bien la organización de algunas plantas y calles, con las casas dispuestas regularmente a ambos lados. Las dos vaguadas que cruzan de este a oeste el castro articulan la distribución de las viviendas y otras estructuras monumentales. Se han reconocido cerca de 250 estructuras de piedra en el interior, repartidas en distintos puntos de la ciudad: complejos de habitaciones cuadrangulares en el sector norte, construcciones de aparejo ciclópeo alternando con espacios vacíos en la vaguada sur, modestas viviendas dispersas por todo el poblado, etc. A la vista de estos datos, la concepción del espacio doméstico podría representar la exteriorización de diferencias sociales. Sin embargo, la variedad de plantas y tamaños (entre 50 y 250 m2 por término medio) sugiere también que puedan existir funcionalidades diferentes, no estrictamente de habitación, aunque eso solo podrá elucidarse por excavación. Dos grandes obras labradas en piedra destacan por su interés, en el sector mas elevado del poblado, lo que ya es significativo de por si: El Altar de Sacrificios y la Fragua. El primero es una estancia rectangular tallada en la roca, asociada a una gran peña en la que una doble escalera conduce a una plataforma con varias concavidades comunicadas entre sí. La sacralidad del monumento es posible establecerla a partir de una serie de paralelos, el más conocido de los cuales es el santuario portugués de Panoias, asociado a inscripciones latinas que nos informan sobre los sacrificios de animales realizados en el lugar. Las entrañas de las víctimas se quemaban en nichos o cubetas y la sangre vertía en otros similares, al tiempo que se rendía culto a las divinidades. En los castros salmantinos no se conocen vestigios de estos monumentos religiosos, pero tenemos una interesante referencia de Plutarco sobre los sacrificios humanos que hacían los bletonenses, es decir los habitantes de Bletisama, la actual Ledesma, allá por los años 96-94 a.C. En cuanto a la Fragua, se trata de una estructura de planta rectangular que consta de una antecámara, seguida de una cámara con dos pequeños bancos y un horno. Así denominada por haberse interpretado como un horno metalúrgico, hoy se relaciona más bien con edificios termales de carácter iniciático. Los mejores paralelos de estos singulares baños de vapor se encuentran en las famosas saunas o “pedras formosas” de la Cultura Castreña del noroeste, así como en un conocido texto de Estrabón alusivo al desarrollo de estas actividades entre los pueblos que vivían en las inmediaciones del río Duero.
Un último aspecto a considerar es la existencia de núcleos de casa fuera de las murallas. En Ulaca el hábitat debió extenderse al noreste del recinto fortificado, donde se han localizado más de una veintena de viviendas. ... La existencia de casas extramuros en estos poblados permite suponer que el recinto amurallado no indica una situación de peligro e inestabilidad permanente. En los momento de conflicto la población podría refugiarse dentro del poblado, ya que existiría espacio libre suficiente."
Para finalizar este breve relato que sólo ha pretendido ser una pequeña reseña sobre una amplia cultura que en el caso de Ulaca está por descubrir y volviendo a tomar las palabras de D. Lorenzo y que él mismo utilizó para finalizar su "Estudio monográfico del toro Celta-Vetón", parece ser que Ulaca fue arruinada y destruida en época pre-romana, aunque hay quien afirma que fue destruida por las huestes de Aníbal, pero D. Manuel Gómez Moreno nos dice: "El Castro de Ulaca ofrece analogía con el de los Olcades, víctimas de Aníbal", pero no se atreve a fundamentar hipótesis alguna, sobre ello, y sigue diciendo: "que sólo si parece que la ciudad de Ulaca fue violentamente arruinada y quizás antes de hacerse romana, como las Cogotas".
Si hasta aquí has llegado, amigo lector, espero haber despertado en tí la curiosidad por este Castro y que te animes a visitar un lugar emblemático que te devolverá con creces una satisfacción de las que no se paga con dinero, quizá porque tampoco lo pide.