La Diputación honra a los veteranos de la Democracia.
Cinco ex presidentes y once alcaldes recibieron
las medallas de la Institución


Coincidiendo con el Aniversario de los 30 años de la Constitución, la Diputación de Ávila concedió la Medalla de Oro a cinco ex presidentes de la Institución y la de Plata a los once alcaldes que llevan más de veinticinco años en el cargo.

En el siguiente reportaje (tomado del Diario de Ávila del sábado 6 de diciembre de 2008) se pueden ver algunos momentos de este emotivo homenaje a la política provincial.

Asimismo, transcribimos el discurso íntegro que pronunció D. Antonio Padró Iglesias, regidor de Gavilanes, en representación de los alcaldes.




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Autoridades, etc.

Muchas gracias por el honor de dirigirme a todos ustedes, en representación de mis compañeros alcaldes homenajeados hoy con esta Medalla de Plata a la que no aportamos más mérito que 25 años de servicio a nuestros pueblos.

Aunque en algunos casos han sido casi 50 años de servicio, como Licinio, en Cuevas del Valle, o con otros muchos más años de concejal, como es el caso de Moisés, en Lanzahíta, que yo conozca.

Esta medalla que ahora nos entregáis se la merecen mucho más nuestras esposas, nuestros hijos y nuestros familiares y amigos, pues son ellos los que más han sufrido tanto nuestra ausencia como nuestra presencia en la boca de algunos y no precisamente para llamarnos guapos. Ellos han dado muchas veces la cara por nosotros, siempre nos han animado y en otras han reemplazado o disculpado nuestra ausencia en la vida familiar. Podéis estar seguros que sin su apoyo esta permanencia sencillamente habría sido imposible.

Muchas gracias también, porque entendemos que en nosotros se está haciendo un homenaje a tantos otros compañeros que como concejales o alcaldes han entregado también muchos años de su vida al servicio de sus pueblos.

Y no sólo desde puestos de alcaldes y concejales. ¿Cuántos otros llevan trabajando en política todo este tiempo, en la dirección y administración de los partidos, de forma anónima? ¿Cuantos amigos y compañeros de todos los partidos políticos, que con su esfuerzo y trabajo diario han permitido y permiten que los pueblos funcionen razonablemente bien?

Hace unos días me preguntaban qué hay que hacer para mantenerse 25 años de alcalde. Yo creo que cada uno tiene su truco. Todos parten de un afán de servicio a sus pueblos. Pero ese afán puede tener diferentes orígenes según la sensibilidad de cada cual.

Yo voy a explicar la mía. Como todos sabéis, yo soy católico, y el compromiso con esa fe me obliga al servicio a los demás, servicio que en estos años he encauzado también a través del trabajo político.

Yo sé que actualmente esta declaración no entra en lo políticamente correcto, pero como todos sabéis que yo nunca he sido políticamente correcto, pues lo digo y bendito sea Dios.

¿Y cómo se traduce esto en la práctica? Pues queriendo a la gente.

Porque en el fondo lo nuestro, lo de todos nosotros, es una historia de amor.

Sobre todo porque hay algunos a los que hay que querer mucho para poderles aguantar.

Pero ésa es la clave para que tu pueblo prospere y viva tranquilo y en paz.

Tú los quieres a todos: al que te quiere como al que no te quiere, y todos contentos.

Fijaros que todos representamos a pueblos pequeños y sin grandes conflictos, pueblos tranquilos y pacíficos.

Desde un pueblo pequeño no se puede decir no a ningún problema que tenga un vecino, porque normalmente no tienen otro sitio a donde acudir.

Si nosotros contáramos las barbaridades que más de una vez hemos tenido que hacer para ayudar o solucionar una situación límite en alguna familia, yo creo que los "grandes hermanos" de la política empezarían a entender lo que es un ayuntamiento pequeño. Lo que son el 90% de los ayuntamientos de España con menos de 1000 habitantes.

Tanto el Estado, como las Autonomías, hacen leyes que luego tienen que aplicarse a la vez en Madrid como en Flores de Ávila.

Cuándo se darán cuenta, esos grandes hermanos, que casi el 50% de los ayuntamientos de España tienen un único funcionario, el secretario, el heroico secretario, que muchas veces lo primero que tiene que hacer por la mañana es ponerse a barrer la oficina para no mancharse.
Como siempre dice mi amigo Moisés, hay que hacer políticas positivas para hacer más fácil la permanencia de nuestra gente en nuestros pueblos.

A veces ya ni siquiera pedimos industrias ni trabajo, sino simplemente que no se nos quiten las pocas y pequeñas cosas que hacen la vida aceptable en nuestros pueblos.

Por ejemplo. ¿Qué necesidad hay, o qué razones misteriosas existen, para que a Mijares, Pedro Bernardo y Gavilanes se les eliminen las paradas del coche de línea en sus respectivas cantinas en la carretera a Madrid? Paradas que se venían produciendo desde el tiempos de Viriato y que ahora se nos diga que, como puede ser peligroso para la gente cruzar la carretera, la única forma de que se nos conceda una parada es hacer un túnel o un paso elevado. En el resto de las cien paradas que tiene la línea no es necesario. En nuestro caso, sí.

Por más que protestamos el autobús pasa de largo.

Parece que los derechos ya no nos corresponden por ser españoles, sino por estar empadronados en un pueblo u otro. Cuánta gente que vive en nuestros pueblos no se empadronan para no perder sus derechos de ser atendidos en un hospital de Madrid, donde viven sus hijos, o por cualquier otra ventaja o prestación.

También es verdad que muchas cosas en el medio rural van mejorando. Los avances tecnológicos reemplazan muchas veces las distancias.

Yo mismo lo pude comprobar hace tres días cuando ante una pequeña indisposición se llamó a los servicios de urgencia: en menos de 15 minutos al enfermo le estaban haciendo un electro por teléfono y en poco tiempo lo estabilizaron con diferentes controles que hace unos años eran impensables en tu propia casa.

El Sintrom ya se administra en muchos pueblos sin necesidad de desplazamientos.

Pero eso no quita que no pidamos que se siga mejorando la atención en el Hospital Provincial, que se le dote con más y mejor personal, que se lleven más especialidades a los Centros de Salud Comarcales, porque eso, unido a los convenios con hospitales de provincias vecinas, como el recientemente firmado con el de Talavera de la Reina, hacen que mejoren sustancialmente la calidad de vida en nuestros pueblos.

Existen muchas acciones políticas que se pueden hacer para mejorar la vida de nuestros pueblos. Principalmente, menos tener que mendigar subvenciones, menos burocracia y más transferencias corrientes para poder administrar mejor nuestro futuro. Cuántas veces hemos hecho un puente cuando lo que necesitábamos era una fuente, pero ese año el que daba era para puentes y no para fuentes. Todos me entendéis, ¿verdad?

Quiero recordar aquí un caso del que me siento especialmente orgulloso de mi paso por la Diputación de Ávila en la segunda presidencia de Daniel de Fernando. Fue una moción en voz que el día del nacimiento de mi hijo Andrés hice en el pleno que se estaba celebrando en ese momento.

La moción, que fue aprobada por unanimidad, pedía se instara al gobierno de la nación que modificara la ley de registro civil que obligaba a los padres a inscribir a sus hijos en el registro de la ciudad donde nacían, es decir, donde estaba el hospital, y no en el pueblo donde vivían sus padres y donde habían sido concebidos, con lo que ya en aquellas fechas apenas existían jóvenes menores de 25 o 30 años que pudieran decir con propiedad que eran de Gavilanes, o del Barco de Ávila, o de Madrigal de las Altas Torres: todos eran de Ávila, de Madrid o de Talavera, aunque no hubieran vivido allí ni un solo día.

Como sabéis, la moción prosperó, y aunque nunca supe qué parlamentario la sacó adelante, la ley se cambió y ya hace años que los niños pueden inscribirse como nacidos en el pueblo donde fueron concebidos por sus padres.

Veinticinco años dan para mucho. Si ahora hiciéramos una tertulia, cualquiera de nosotros tiene anécdotas para estar todo el día aquí contándolas y seguir la semana que viene.

Para terminar toca la hora de los agradecimientos.

Nuestros pueblos siempre han dependido de la Diputación. Ella ha impulsado el progreso de nuestros pueblos desde la época gloriosa de Daniel de Fernando, y lo digo sin ningún tipo de ironía, 24 diputados de 25 es para el libro Guinness. Daniel tenía la provincia y sus problemas en la cabeza, pasando por la breve de Ricardo Bustillo; etapas más recias como las que le tocó vivir a nuestro recordado Jesús Terciado, o la época revuelta que sufrió Alfredo Barranco, o la más técnica, con un perfecto control de todas las cosas, con Sebastián, o la más popular del actual Agustin, donde por fin es presidente de la Diputación el alcalde de un pueblo pequeño, que conoce y sufre en carne propia todos nuestros problemas y los tiene que solucionar igual que el resto de nosotros, es decir, como puede.

Desde siempre la Diputación ha estado al quite de los graves problemas que de vez en cuando afectan a nuestros pueblos: incendios, inundaciones, plagas, etc.

Muchas gracias por estar cerca de nuestros pueblos.

También gracias a la Junta de Castilla y León. Todos recordamos y agradecemos las actuaciones de José Manuel Fernández Santiago y de otros consejeros y de otros cargos, en beneficio de la provincia de Ávila y nuestros pueblos.

Muchas gracias a nuestras parroquias y sus párrocos por su inestimable colaboración en el día a día de los pueblos, en sus fiestas, en el mantenimiento de nuestras tradiciones o en muchos actos oficiales.

Muchas gracias a la Guardia Civil, siempre atentos en la protección y seguridad de los vecinos de las zonas rurales: ellos son la primera ayuda en todos nuestros pequeños o grandes desastres.

Gracias a todos los procuradores y parlamentarios nacionales, diputados y senadores, que antes, ahora y en el futuro, y a pesar de sus diferentes criterios políticos, trabajaron y siguen trabajando honrada e incansablemente por nuestros pueblos. A todos ellos, nuestro reconocimiento y agradecimiento.

Muchas gracias a nuestros vecinos por habernos aguantado todos estos años, desde aquí les pedimos perdón por todo aquello que no hayamos sabido hacer bien y que procuraremos hacerlo mejor los próximos 25 años.

Muchas gracias a la provincia de Ávila por honrarnos con esta distinción por lo que no ha sido más que cumplir con el compromiso que en su día voluntariamente contrajimos con nuestros pueblos.

Y como ya sabéis que el amor tiende a ser eterno y que lo nuestro, como os decía al principio, es una historia de amor, sólo me queda desear que lo que han unido las elecciones, no lo separe la política.

Muchas gracias.